La Baldrich – Pensamiento Nacional

García Mellid, Atilio (1901-1972)

Nació en buenos Aires, el 4 de agosto de 1901. Como la mayor parte de los hombres de su generación, se formó ideológicamente en la concepción liberal predominante. Desde muy joven manifestó inquietudes literarias que concretó en 1924 con su primer libro “El templo de cristal” (poemas). Luego, en 1925 publicó “Los poemas del mar y la estrella” y “La torre del paisaje” (en 1931), también dentro del género poético. Su preocupación por lo social comenzó a manifestarse en su libro “Firpo y la grandeza nacional”. Probablemente, el golpe militar del treinta acentuó su inquietud política y prevaleciendo su espíritu crítico sobre las enseñanzas liberales recibidas en el colegio, comprendió el fenómeno irigoyenista y se sumó entonces al radicalismo. Más tarde, a mediados de la década del treinta, fue uno de los integrantes más entusiastas de FORJA y tuvo a su cargo la responsabilidad de la difusión de los cuadernos de la agrupación. En esa lucha forjista, algunos resabios de la vieja enseñanza lo colocaron en colisión con Scalabrini Ortiz quien más de una vez lo juzgó “demasiado liberal” y hasta “probritánico”.

En esa época, García Mellid comienza a incursionar en el revisionismo histórico, aprendiendo en FORJA, y publica “Montoneras y caudillos en la historia argentina”.

Producido el 17 de octubre del 45, se vuelca al peronismo. En esos años, se consolida como ensayista e historiador: “Dimensión espiritual de la revolución argentina” (1948), y poco después “La crisis política contemporánea”. Ya decididamente en el campo del revisionismo histórico se desplaza hacia posiciones fuertemente antiliberales que lo acercan a una concepción nacionalista católica: “La constitución cristiana de los Estados” y “Explicación del comunismo”. Después del años 1955, en plena resistencia peronista, lanza su libro “Proceso al liberalismo argentino” (1957), ensayo que constituye una fuerte crítica al liberalismo oligárquico pero en el cual se observan ya algunos ribetes nacionalistas de derecha.

En ese período de su vida, viaja a diversos países dando conferencias sobre temas historiográficos, tanto en Europa como en América Latina. En uno de ellos, después de una disertación en Asunción del Paraguay, le proponen un ensayo sobre la historia de ese país. A partir de allí, García Mellid visita archivos y bibliotecas y durante largos meses trabaja en la obra que aparecerá en 1964 bajo el título “Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay”. En dicho libro, la labor progresista realizada por los gobiernos paraguayos hasta que la Guerra de la Triple Alianza destruye a aquel Paraguay que era el país más adelantado de América Latina hacia 1865. Este ensayo se constituye en un aporte valiosísimo a la comprensión de esa tragedia, verdadero genocidio que hundió al Paraguay en el atraso y la sumisión semicolonial y resulta la obra más importante de García Mellid, que al igual que todos los reivindicadores del Paraguay de los López –desde Alberdi a León Pomer- son silenciados por la prensa y las Academias.

(…) ha dejado valiosos ensayos y por ellos ha sido condenado al silenciamiento. Falleció el 11 de enero de 1972.

Fuente: Norberto Galasso, Los Malditos, Tomo IV, página 238. Ediciones Madres de Plaza de Mayo

Militante de la causa nacional y popular fue un acusador implacable de los sectores oligárquicos y liberales. Nacido en Buenos Aires, el 4 de agosto de 1901, entró tempranamente en la literatura. En la década del ’30 militó en la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) un desprendimiento nacionalista del radicalismo que ya con Alvear se había bandeado hacia los turbios carriles del entreguismo y las componendas. El año 1945 lo encontró a cargo de la gerencia de la Cámara Argentina del Libro, una institución “paqueta” que miraba los cambios sociales que se iban produciendo en la Argentina como si fuera el desembarco de los bárbaros. García Mellid tuvo que optar entre conservar su cargo o ser argentino y eligió; el 17 de octubre de 1945 estuvo en la Plaza de Mayo reclamando la libertad del Coronel Perón. Quizás en consonancia con este gesto vivencial, un año más tarde publicó un libro en que clarificaba el sentido que tienen en nuestra historia los caudillos y las masas que los siguen: “Caudillos y montoneros en la historia argentina”, se titulaba. El gobierno peronista surgido en 1946 lo nombró director de Cultura de la Cancillería y a posteriori en 1949 fue embajador en Canadá. Su otro gran aporte intelectual fue el libro de su autoría “Proceso al liberalismo argentino”, una manera de visualizar la historia de nuestro país a través de la acción de los liberales (conservadores, oligarcas, etc.) en todas las épocas, quedando así al descubierto falsedades y traiciones al por mayor de estos seres “bienpensantes”. Caído el peronismo en 1955 debió exiliarse en Montevideo, donde siguió fiel a las banderas justicialistas. Aportó su pluma y sus ideas a varios diaritos de la Resistencia Peronista. Sus últimos años de vida que se desplazan hacia posiciones de derecha, en nada ensombrecen una vida dedicada a la causa nacional y popular. Falleció de un mal implacable el 11 de enero de 1972. El arquitecto Carlos María Zavalla me acerca un dato invalorable: García Mellid fue correo entre Juan Domingo Perón y Mao Tse Tung y cuando arribó a Oriente, fue nombrado por Mao “Visitante Ilustre de la República Popular China” y fue él mismo quien a su regreso le acercó a Perón un obsequio de Mao consistente en la figura de un “Dragón Azul” que el líder del Justicialismo como puede observarse en numerosas fotografías de la época, tenía decorando su biblioteca de Puerta de Hierro, muy cerca de otra figura, un Napoleón de porcelana.

Fuente: Roberto Baschetti